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24 may 2013

MICRORRELATOS: TODO UN MUNDO PARA FABULAR

      Os fendetestas de 3º e 4º estamos a traballar cun tipo de literatura relativamente novo: os microrrelatos. Son para nós como pratos a medio cociñar que temos que pór ao lume e seguir botándolles ingredientes ata que estén listos. Resúltanos un tipo de literatura moi curioso, porque a partires dunha única narración cada un de nós obtén resultados ben distintos: resulta que os lectores, neste caso, entramos no campo do escritor... e tamén creamos. 

   
       Estes días andamos dándolle voltas a dúas pequenas narracións do narrador leonés  Luis Mateo Díez (en Los males menores podedes apreciar a gran calidade deste autor como creador de microrrelatos) . Aquí as deixamos por se son do voso interese... e queredes convertervos, por uns minutos, en escritores. 


La Carta

 Todas las mañanas llego a la oficina, me siento, enciendo la lámpara, abro el portafolios y antes de empezar la tarea diaria, escribo una línea en una larga carta donde, desde hace seis años, explico minuciosamente las razones de mi suicidio.



Autobús

 Ella sube al autobús en la misma parada, siempre a la misma hora, y una sonrisa mutua, que ya no recuerdo de cuándo procede, nos une en el viaje trivial, en la monotonía de nuestra costumbre.
   Se baja en la parada anterior a la mía y otra sonrisa furtiva marca la muda despedida hasta el día siguiente.
   Cuando algunas veces no coincidimos, soy un ser desgraciado que se interna en la rutina de la mañana como en un bosque oscuro.
   Entonces el día se desploma hecho pedazos y la noche es una larga y nerviosa vigilia dominada por la sospecha de que acaso no vuelva a verla.


16 dic 2009

Mentes perversas


La hoja (un relato sobre la hipocresía y la perversión humana)
Un golpe de viento facilitó la caída de la hoja seca y ésta se precipitó al suelo asfaltado de la avenida. Consciente del peligro que corría tras haber visto durante meses el paso continuo de los vehículos, intentó rodar con la ayuda del mismo viento que la había arrebatado de su familia, allá en la copa del árbol. Buscó la manera de alcanzar la acera para sentirse segura. Rodó y rodó, esquivando con fortuna la rapidez de una motocicleta y los gruesos neumáticos de un camión. Al final, un súbito remolino la elevó en el aire y ella se desplegó como un pájaro pese a su rigidez otoñal. Consiguió llegar a la acera y se sintió feliz de su proeza. Las demás hojas de la avenida, conmocionadas por aquella heroicidad, temblaron al unísono en un imposible intento por aplaudir. Al momento llegaron unos niños que se divirtieron en pisotearla y partirla en varios pedazos. Y la hoja, triste ya, esperó a que el barrendero acabara con su sufrimiento y la distanciara de allí, lejos de las risas de sus hermanas, que todavía colgaban de los árboles.

Un texto de Óscar Bribián, autor de Mentes perversas, libro de relatos que ha publicado en el sello Mira.