Con Travesuras de la niña mala, Vargas Llosa nos lleva desde Lima hasta Madrid pasando por París, Londres y Tokio, de la mano de la pareja formada por Otilia y Ricardo Somorcucio, personajes totalmente opuestos y destinados a cruzar sus caminos, sea cual sea el lugar del mundo en el que se hallen. Protagonizan un amor atípico lleno de encuentros y desencuentros, altibajos, apasionadas etapas compartidas y con un melodramático, pero hermosísimo final.
El autor se muestra fiel a su maestro Flaubert, introduciendo elementos como la violencia (el sadomasoquismo de Fukuda), la rebeldía caracterizadora de la protagonista, el sexo presente en sus múltiples relaciones y el melodrama, visible en la grave enfermedad final de Otilia y en la futura soledad de Ricardo. Además, sería injusto no mencionar su dominio del Realismo Mágico, materializado en Arquímedes, o su maestría en la construcción de la novela, al dar naturaleza episódica a cada capítulo, interpretable como una especie de micronovela.
- Resulta
fascinante el modo en el que el escritor peruano mezcla una curiosa
historia de amor con el cosmopolitismo empleando con asiduidad
recursos técnicos y temáticos novedosos y atractivos para el lector
propios del Realismo Mágico. Es posible encajar la novela en el
movimiento gracias al predecible e
increíble destino de Somocurcio y Otilia, así como por impactante
el comportamiento de ella y el amor platónico que él experimenta.
Además, están presentes otras pinceladas como la capacidad
extraordinaria de Arquímedes para conocer el lugar idóneo de
construcción de los rompeolas.
Que
una novela protagonizada por un personaje plano y gris,
Ricardo, consiga ser tan rica (gracias al colectivo del que rodea al
protagonista: Paul, Juan
Barreto, Salomón
Toledano, los Gravoski,
tío Ataúlfo... y
como no, la niña mala)
hace de esta una verdadera obra maestra.
Alicia Seoane (2º BAC)
- El
carácter de Otilia, una mujer egoísta que busca cambios en su forma
de vivir para su beneficio económico, sin importarle apenas nada lo
mucho que sufra el resto de la gente, causa atracción por parte del
lector ya que es un personaje redondo que intenta captar nuestra
atención con sus hechos. Por el contrario, Ricardo o “el niño
bueno”, es un hombre de bien, trabajador y ordenado, que le perdona
una y otra vez, aunque en ocasiones también nos muestra su lado más
oscuro. Este hecho, la presentación de dos protagonistas antagónicos
que al final se juntan, mostrándonos así la recompensa que Otilia
le da a Ricardo por perdonarle siempre: pasar con él el poco tiempo
de vida que le quedaba, hace que la novela sea muy atractiva. Al
final, el autor, al contarnos que ella padece cáncer, hace que le
“perdonemos” y en cierto modo entendamos sus ansias de vivir y de
cambiar de aires continuamente. Aunque en la obra aparecen muchos
personajes, el hilo argumental se centra en su relación y en
concreto, en las idas y venidas de “la niña mala”, lo que hace
que queramos saber siempre qué es lo siguiente, cuál será el
próximo lugar al que nos lleve Otilia.
Tamara Cao (2º BAC)
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