De todos los que hemos leído ya, quizás sea éste uno de los más inquietantes. Es la propia maldad del protagonista de “La gárgola”, uno de los relatos de El visitante de la madrugada, de Concha L. Narváez, la que posibilita la vida de un ser de piedra, capaz de vengarse del cruel Konrad Schiltberger.
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