Los fendetestas de 3º de ESO hemos leído El rostro de la sombra, de A. Gómez Cerdá.
Tres amigos, Borja, Claudio y Adrián, se emborrachan un sábado por la noche y deciden grabar con el móvil una escena que ellos mismos provocan: tiran dos piedras a la calzada y esperan a ver qué pasa con los coches. Realmente no hay excusa para eso, pero los tres piensan que se lo pasarán bien y eso les supone una descarga de adrenalina y una especie de victoria personal. No obstante, hay algo que no sale bien: uno de los coches se sale de la calzada y da unas vueltas de campana. Uno de los chicos, Adrián, ni se imagina el alcance de su broma de mal gusto: se ve envuelto en una espiral de mentiras que no deja impasible al lector. Si su comportamiento exaspera, el de su padre indigna a quien se adentra en la historia. Una novela para reflexionar...
- Esta novela me
gustó por la manera de contar los hechos. Es una historia con la que
empatizas muy bien ya que hay personajes con distintas personalidades
y maneras muy diferentes de ver la misma situación. A muchos de mis
compañeros les despertó sentimientos muy similares. (Angela Prado)
- El libro trata
sobre los errores que se cometen en la adolescencia. Casi siempre
podrían evitarse pensando en sus consecuencias. Me gustó, excepto
el final, que está muy abierto. (Yago Sánchez)
- Este libro está
sobre todo relacionado con la justicia y la bondad. Me gustó y me
hizo pensar. Yo recomiendo leerlo. (Lucía Vilariño)
- A mí esta novela
me hizo reflexionar sobre que uno puede llegar a hacer cualquier cosa
por un hijo, incluso cuando este ha hecho algo que no es legal. (Yolanda Vázquez)
- Opino que, en
cierta parte, el libro tiene parte de lógica porque existe gente así
en el mundo, aunque deben de tener algún problema mental o deben
de haber sufrido alguna experiencia traumática. En otro caso, ¿a
quién se le ocurre tirarle piedras a los coches en marcha?
El libro me
pareció interesante, entretenido, pero también a ratos aburrido. No
me gustó mucho ni me pareció un horror. Esperaba que el final fuera
otro y no me pareció lógico que chicos de esa edad no tuvieran un
mínimo de raciocinio. (Marta Vázquez)