LAS LÁGRIMAS DE LA MATRIOSKA

        Varios alumnos del club de 1º de ESO hemos acabado estos días de leer la novela Las lágrimas de la matrioska, de Marisol Ortiz de Zárate, escritora con la que podremos charlar próximamente,  pues vendrá a visitarnos al centro.

        El libro está escrito en 1ª persona: una niña,, nos va contando día a día,  en forma de diario,  sus aventuras en Kiev (Ucrania). Allí ha viajado con Marimbo, su hermana mayor. Las dos hacen este viaje con el fin de visitar la escuela de circo de esa ciudad, ya que Marimbo es toda una aprendiz de trapecista y está acostumbrada a hacer viajes "mochileros" al extranjero. Allí su vida se va a cruzar cn la el pequeño Olek, un vendedor de matrioskas. El niño les manda un mensaje de socorro en una de esas muñecas tan bonitas. Las dos hermanas se empeñan en ayudarle y descubren una trama de explotación infantil en la que está metido un loco comunista que no acepta que Ucrania es ahora un país nuevo, más moderno y más  libre.

      Nos ha gustado el libro porque es de fácil lectura, porque nos ha permitido investigar sobre países lejanos y porque nos ha mantenido intrigados hasta el final. Además como las protagonistas son jóvenes nos hemos sentido muy identificadas con ellas. Y, en fin, el pobre Olek y sus amigos, víctimas todos de unos adultos inconscientes y egoístas nos ha dado bastante qué pensar. ¡Cuántos Olek hay en el mundo real que no pueden vivir como los niños que son! En Ucrania, en Asia, en Sudamérica... Y seguro que en muchos rincones de los países ricos... Aún queda mucho por hacer para que el mundo sea más justo, más solidario, menos cruel y desinteresado...  Como este personaje viene de Chernobyl, hemos charlado también sobre la energía nuclear y sus peligros, sobre las energías alternativas y renovables... Y sobre la preocupación de muchos escritores por mejorar la conciencia ecológica de los lectores, tal como Agustín Fernández Paz en As flores radiactivas...

    Cerramos la tertulia formulando preguntas que la autora podrá respondernos presencialmente. Aguardamos con impaciencia el encuentro.