27 nov 2009

Aeropuerto de Funchal (Fragmento V I )


El autobús les esperaba ante la estatua de la emperatriz Sissí, con la que varios de aquellos viejos, infatigables, insistían en hacerse fotos, y, después de un recorrido por calles ya conocidas de la ciudad, les dejó en la cola del teleférico. Cada una de las cabinas tenía capacidad para seis personas. A ellos les tocó compartirla con cuatro señoras del grupo. Una de ellas, la más parlanchina, se pasó un buen rato diciendo que Carlos era igualito, pero igualito, a un hermano suyo que acababa de casarse por tercera vez. Carlos se sintió o fingió sentirse halagado por la comparación y, mientras la mujer contaba la historia de su hermano, que había empezado de la nada y ahora tenía una planta de galvanizados que daba trabajo a más de treinta personas, Elena buscó alivio en la vista aérea de los tejados de la ciudad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario